España necesita fisioterapeutas
En los aspectos científicos siempre falla antes o después el factor humano. Desde que comenzó el coronavirus y el posterior confinamiento llevo repitiéndome una pregunta como si de un mantra se tratara: «¿tenemos suficientes sanitarios para un problema así?» y sobretodo, «¿somos suficientes fisioterapeutas en el sistema sanitario?«. Pues bien, resulta que el sindicato SATSE, denunció en 2018 la precaria situación en la que se encuentra la fisioterapia en la sanidad pública, contando con sólo 1 fisioterapeuta por cada 10000 habitantes frente a la recomendación de la OMS de tener 1 fisioterapeuta por cada 1000 habitantes. Concretamente en la Comunidad Valenciana contamos con 0,7 fisioterapeutas por cada 1000 habitantes. La situación es lamentable y supone un gran lastre para nuestro desarrollo profesional y de calidad, tal y como he podido experimentar en mis propias carnes en más de una ocasión.
España a «años luz» de lo que pide la OMS en dotación de fisioterapeutas
Tener pocos fisioterapeutas frente a una población cada vez más envejecida y con sus consecuentes problemas crónicos de salud nos obliga a trabajar en grandes volúmenes de pacientes. Esto además de reducir la calidad de la atención sanitaria, dificulta la creación de unidades más especializadas que aceleren la recuperación de la gente. Es un círculo vicioso que sólo se puede romper mediante la creación de nuevas plazas y unidades de fisioterapeuta. Con un salario modesto es difícil especializarse, ¿cómo vamos a tener especialistas si ni siquiera sabemos en qué servicio vamos a terminar trabajando? ¿de qué forma vamos a organizarnos si cada pocas horas tenemos que variar nuestra función, cambiando del gimnasio de rehabilitación a la planta, la UCI, electroterapia…? Es difícil trabajar enfocado como un láser así.
Puedo entender que existan servicios que sólo se realicen a nivel privado debido a lo poco asequible que resultan o a la sofisticación de alguna técnica concreta, también a los pocos pacientes que pueden verse por día, pero por fortuna contamos también con atención médico-sanitaria privada y son organismos que sin duda dan también una gran calidad en su trabajo. La realidad es que gracias a la fisioterapia nos beneficiamos de que la gente viva mejor su vida diaria y reducimos costes, pero por lo que sea es un mensaje que no cala en la sociedad y en la clase política.
Parece que nadie va al timón de este barco y cada vez me asaltan más preguntas que sólo los gerentes de las áreas de salud y la consellería de sanidad pueden resolver: ¿cómo vamos a ser capaces de afrontar el reto de trabajar con pacientes que sufren secuelas del COVID-19? ¿Es aceptable el riesgo de enfrentarte a pacientes con SARS-CoV-2 y posteriormente tener que ir a practicar terapia a pacientes de planta que nada tienen que ver con el virus?
Si bien se han reclamado más enfermeras por parte de SATSE, nosotros siempre somos «la asignatura pendiente», nunca he visto una recogida de firmas para pedir fisios. La fisioterapia es tan fundamental como la enfermería y esto es una realidad en países más desarrollados, como Francia, Canadá o Australia. Somos los fisioterapeutas los que con nuestras destrezas generamos ahorro en la sanidad, un paciente entrenado en su patología crónica requiere menos del sistema de salud. De igual manera, la normalización de la fisiología en pacientes encamados reduce su tiempo de hospitalización y en consecuencia se genera un importante ahorro económico al pasar a ser pacientes ambulatorios o incluso altas.
Si este no es nuestro momento de trabajar a pleno rendimiento y con especialidades en centros públicos, ¿cuándo lo va a ser? Los fisioterapeutas somos fundamentales en esta crisis sanitaria. La enfermedad por coronavirus no nos han demostrado que estemos ciegos, sino que en España siempre hemos mirado para otro lado, como en tantas cosas. El lugar es aquí, el momento es ahora.
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